La playa de Carnota es quizás la mejor y más impresionante de Galicia. Con más de 7 km. de longitud está considerada como la más larga de Galicia. En la bajamar supera los 500 metros de ancho en algunos tramos.
La hermosa media luna que forma la playa de Carnota, apenas rota por el canal mareal que une las marismas con el océano, se transforma tierra adentro en una sucesión de dunas fijadas por la vegetación en donde viven todo tipo de aves migratorias, reptiles y anfibios. Esta amplia zona hace que no exista ninguna construcción cercana a la playa lo que acrecienta la espectacularidad.
Según la revista alemana "Traum Strände" es una de las 100 mejores del mundo. Un total de 21 paises y más de 300.000 Km. de ruta necesitaron los periodistas Kiki Baron y Paul Spierenburg para seleccionar las cien mejores. La publicación incluye un reportaje de seis páginas bajo el título "Galicia: jardín del edén en España" con fotografías de la playa de Carnota y las Islas Cíes, además de otros lugares como Baiona (Pontevedra), Santiago o las dunas de Corrubedo. Los arenales gallegos son los únicos de España que aparecen en la selección alemana.

A su espalda el Monte Pindo, (como puede apreciarse en esta fotografía), una impresionante mole de granito rosa que se alza sobre el pueblo marinero del mismo nombre. Considerado Olimpo Celta, su historia está llena de leyendas de tesoros, ritos de fecundidad y sacrificios, y testigo de cultos paganos como demuestra la existencia de una inscripción de excomunión. Durante la Guerra Civil y posteriormente a la contienda, multitud de republicanos se refugiaron en él.
En el Siglo X, por orden del Obispo Sisnando, se construyó el Castillo de San Jorge en la falda del monte, para proteger las tierras de los ataques de los piratas medievales. Diversas familias nobles de Galicia fueron sus dueños hasta que fue destruido en el año 1467 por la revuelta de los Irmandiños.
Si inicias la ruta de unas dos horas y media que te llevará hasta la cumbre del monte el espectáculo que se nos presenta a la vista compensa todo el esfuerzo realizado: toda la ría se encuentra a nuestros pies. Desde este promontorio divisamos Cabo Finisterre, la Ría de Corcubión, la desembocadura del Xallas y las poblaciones de Carnota y Quilmas. En la inmensa mole granítica que forma la Moa podemos contemplar restos de petroglifos probablemente dedicados a la realización de ritos sagrados.